sábado, 3 de noviembre de 2007

LA ADOLESCENCIA: UN MOMENTO DE VACILACION
Ponencia Presentada Por: Clara Cecilia Mesa Seminario Taller: Adolescencia o Adolescencias? Instituto Jorge Robledo Medellín, Nov. 4 y 5 de 1999
Ocuparnos de la adolescencia es ocuparnos de un momento crucial en la Historia de un sujeto. Si lo miramos desde el punto de vista fenomenológico, este momento se presenta como una crisis compleja, tejida de nuevas ilusiones, pero al mismo tiempo, sensaciones de fracaso, extravagancias, originalidades, drama, sufrimiento, explosiones de amor. Es también un tiempo en el que se ven emerger formas sintomáticas como la anorexia, las toxicomanías, el fracaso escolar, o bajo rendimiento escolar, la amenaza contra su propia integridad, la irritabilidad, la discordia constante con los padres, la aparición de embarazos prematuros, no calculados y hasta el encuentro con un rumbo insospechado en la vida. El cuerpo cambia de tamaño, de forma y estructura hormonal...Los adolescentes concentran su atención en su cuerpo cambiante. Se sienten, se ven, y se mueven de otro modo. Estos cambios deben absorberse, el nuevo cuerpo debe volverse parte del yo. Toda preocupación por el cuerpo a esa edad es poca. El cuerpo es el misterio dominante, un centro constante de atención. A los trece años se piensa más en la piel que en Dios, o en la paz mundial. A los trece años muchas chicas pasan más tiempo frente al espejo que estudiando..." (1) (Pipher, Mary. Reviviendo a Ofelia o "Cómo salvar una niña adolescente" Pág. 69). Aún así, si no la pensamos como patológica, es porque es posible reconocer en ella su lógica operante, lo cual permite construir un proceso psíquico que se moviliza entre las exigencias de la realidad y una respuesta libidinal. En este caso veremos de qué manera se puede ordenar esta doble vertiente, especialmente si tenemos como punto crucial los efectos de la pubertad sobre el cuerpo y las consecuencias sobre la vida psíquica del sujeto. Sobre este mismo principio, es decir, la adolescencia como un proceso psíquico tendiente a transformar un sujeto en sus relaciones de alienación al deseo del Otro, nos ocuparemos en su dimensión estructural. Ello requiere entonces, dar un salto de la fenomenología a la metapsicología en términos Freudianos o de la fenomenologia a la estructura, en el sentido Lacaniano, para ordenar los hechos del acontecer cotidiano en una lógica que permita avanzar en la comprensión de lo que se trata en esta coyuntura vital. Esto a su vez nos llevará a trascender de lo hormonal y orgánico a una dimensión del cuerpo ordenado por el significante y el goce, un cuerpo erogenizado, delimitado por las trazas del Deseo del Otro. Ir también, más allá de lo social a lo que se juega en el plano de las identificaciones, así como de lo moral a una dimensión ética de un juicio fundamental que decide de la posición de un sujeto frente a su sexo y a la ley. La adolescencia pensada como un momento de vacilación significa que ella está enmarcada en una temporalización lógica y no estrictamente como un momento cronológico en el desarrollo sexual de un individuo, es decir que no vamos a plantearla como una fase evolutiva ordenada en función del tiempo y del organismo. Me interesa detenerme sin embargo en este punto un momento porque ha sido reiterativo en los diferentes textos que he consultado para la elaboración de esta ponencia que ella esta inscripta como una fase en el desarrollo, en la evolución continua y progresiva de un sujeto humano hacia la edad adulta. Así las definiciones que encontramos sobre ella la definen como: "período de la vida entre la pubertad y la edad madura". "Período de transición entre la infancia y la edad adulta" Esta se inicia con las modificaciones corporales de la pubertad, es antetodo el despertar de la sexualidad y la posibilidad de su satisfacción fisiológica" (2) (Tomada del Diccionario Enciclopédico Larousse Tomo I Editorial Planeta.) Así mismo se define la adolescencia en relación a su raíz: Adolescer que significa Caer enfermo, o padecer, adolecer de una enfermedad. Tener algún vicio o pasión, pero también carecer de algo". Algunas concepciones en la psicología del desarrollo ante el problema coyuntural de saber si ella se debe a un proceso orgánico o un proceso psicológico y como se sobre determina, ha optado por aislar dos conceptos para definir los momentos particulares, de esta manera se diferencia pubertad y adolescencia. La pubertad se refiere a un período relativamente corto, caracterizado por cambios fisiológicos, durante los cuales, los órganos sexuales alcanzan su madurez. Para las mujeres este período dura cerca de 6 meses, casi nunca va más allá y generalmente se inicia con la menarquia. Para los varones puede durar hasta 2 años. La pubertad, generalmente sirve de base a la adolescencia. La adolescencia, en cambio, si bien puede iniciarse simultaneamente con la pubertad, se caracteriza por las condiciones psicológicas, sociales y morales que pone en juego y puede durar cerca de 8 años o más. (3) (Confróntese González, Edgar: "Psicología del adolescente y del aprendizaje" págs. 26 y 27) Sin embargo es llamativo observar cómo ante la pregunta por qué es lo que desencadena esta coyuntura, la psicología de nuestro tiempo cada vez más comprometida con la biología para intentar su filiación científica, incluso su credibilidad en un mundo cada vez más determinado por el imperio de la ciencia, acude a los paradigmas de la investigación biológica para dar cuenta de estos procesos. Así la pregunta por el desencadenamientos de los procesos de maduración sexual, es respondido con la secreción de gonadotropina en la hipófisis, la cual comandada a su vez por el hipotálamo que posee la función de una central conmutadora superior(...) El hipotálamo que es una especie de centro regulador de la mayoría de las funciones corporales, tales como la frecuencia cardiorespiratoria y el ritmo de vigilia - sueño, representa así mismo un tipo de reloj biológico que desencadena dichos procesos hormonales, con vistas al brote de crecimiento y al desarrollo de la maduración sexual de la pubertad" (4)(Tanner y Taylor, 1970. Citado por Nickel, Horst. En Psicología del desarrollo de la Infancia y la Adolscencia Vol II Edad Escolar y Adolescencia Barcelona, Editporial Herder, 1978). Esto puede ser verdaderamente valioso en la medida en que nos enseña un saber que por nuestra formación en lo psíquico no poseemos, sin embargo me llama la atención el informe que le da el soporte de cientificidad a continuación que dice: "A partir de ciertos experimentos con animales, se deduce que el hipotálamo reacciona, a su vez ante determinadas hormonas procedentes del resto del organismo. Se ha podido demostrar, con ratas (es el animal que en laboratorio se comporta de manera más semejante al hombre.) que el hipotálamo se fija en un sexo determinado, al parecer, los primeros días después del nacimiento, por efecto de las hormonas sexuales que ya existen reducidas en cantidades. Si se le extirpan a la rata macho, inmediatamente después del nacimiento las glándulas sexuales y se le insertan unos ovarios, estos prosiguen funcionando normalmente como sucede en las hembras por influencia del hipotálamo y en la pubertad producirán los mismos efectos que en las ratas hembras." (5) (Pág. 294) Esto tampoco es en si problemático, si no fuera por la imposibilidad que pone de manifiesto para responder un problema específico, en un campo específico, es decir, la adolescencia, como un proceso estrictamente humano y que si nos concierne es efectivamente por lo que nos da una condición esencialmente humana. En este sentido quisiera retomar el hilo de mi exposición situando una evocación de Freud en "Los Tres Ensayos para una Teoría Sexual" en el que Freud se ocupa de este proceso con una alusión a la resolución del enigma que la esfinge en la entrada a Tebas le dirige a Edipo. La respuesta que ella espera de Edipo es un saber sobre qué es un hombre... Del recorrido previo me interesa retener algunos aspectos importantes, entre ellos el carácter de entre dos momentos o de transición que se le da, la condición de adolecer, padecer o poseer un vicio o una pasión, su condición de despertar de la sexualidad y su posibilidad de satisfacción fisiológica, el carácter de emergencia en lo real del cuerpo y finalmente la incidencia que se le atribuye a la diferencia de los sexos que presentifican, pues son problemas o formulaciones que habré de retomar en lo que sigue de mi exposición. Seguramente que hoy, en las postrimerías del Siglo XX, para nadie es ya novedoso que la adolescencia no es la irrupción primera de la sexualidad, como si fue la concepción a finales del siglo XIX cuando Freud inició sus investigaciones sobre la sexualidad que se suponía que la sexualidad faltaba en la infancia y aparecía en la pubertad, así, Freud dice: "Los hallazgos extraordinariamente frecuentes de impulsos sexuales, supuestamente excepcionales en la infancia, así como el descubrimiento de los recuerdos infantiles inconscientes de los neuróticos, permiten bosquejar el cuadro de la conducta sexual de un sujeto adulto, contando con la sexualidad infantil." Es decir la emergencia de la sexualidad tal como ella se presenta en la adolescencia responde a un programa preestablecido con la sexualidad infantil. En el psicoanálisis encontramos dos vertientes para pensar el problema de la adolescencia. La primera corresponde a la "Metamorfosis de la Pubertad" El segundo de los tres ensayos Freudianos, en el cual el tema central para Freud es como se ordena el retorno de la sexualidad en la adolescencia y las transformaciones que produce en la relación del sujeto con el objeto sexual y las consecuencias sobre la vida del sujeto. y una posterior que se puede ver en "La Psicología del Colegial", un texto de 1914 , en el cual la tesis de Freud intenta dar cuenta del motor que opera como desencadenante de la adolescencia. El primer desarrollo comporta considerar la adolescencia inscrita en una lógica de tres tiempos que en Freud se inscriben: Sexualidad infantil, Latencia, adolescencia como un momento de vacilación que precede el momento de concluir hacia la definitiva vida adulta. Brevemente revisaremos la lógica de estos tiempos: La sexualidad Infantil: Esta sexualidad infantil tiene como fin la satisfacción, es decir, está determinada por una forma de goce que se inscribe en el cuerpo de manera fragmentada, por zonas erógenas. Esta satisfacción es siempre parcial, pero desconoce el fin ultimo de la de la sexualidad adulta, es decir la procreación. La sexualidad infantil, este primer florecimiento de la vida sexual infantil, entre los dos y los cinco años, muestra además una elección de objeto, con todas sus reacciones anímicas, de manera que la fase correspondiente, a pesar de la defectuosa síntesis de los componentes sexuales, debe estimarse como un antecedente muy importante de la posterior organización sexual" (Freud. Tres Ensayos para una Teoría Sexual" Tomo II pág. 1231. Edit. Biblioteca Nueva, España, 1973) Esta sexualidad, va sucumbiendo lentamente a una represión y su interrupción o desarrollo se debe tanto a factores particulares de la estructura de cada sujeto, así como a la emergencia en lo real de contingencias , lo cual nos lleva así a otro momento lógico que Freud llama "La Latencia" y al cual le atribuye un papel importante. LA LATENCIA La latencia es un tiempo en el que la energía pulsional ha sido desviada en todo en parte de la utilización sexual y orientada hacia otros fines proporcionando así poderosos elementos para todas las funciones culturales tales como la marcada inclinación por el deporte, la música, las actividades intelectuales, la creación artística, etc. Así como este período se caracteriza también por la puesta en acción de los diques psíquicos: La repugnancia, el pudor y el sentimiento moral. Estos diques son el producto de las fuerzas psíquicas contrarias a la sexualidad, es decir, la represión que opera sobre el empuje pulsional infantil y que tendrían como fin oponerse a la pulsión sexual y canalizarla marcándole su curso y poniendo tal satisfacción al servicio de la civilización y del vínculo social. Estos diques en parte provienen de la propia cultura y de la educación, pero en realidad esta evolución está determinada estructuralmente. Entonces, estos dos momentos preliminares para Freud tiene funciones específicas: La sexualidad infantil revela una forma de goce particular, la elección de un objeto de amor marcado por el objeto de amor incestuoso y una forma de responder al deseo del Otro, goce pero con una falta de saber sobre ese goce. Instante de la mirada, fijación de un goce que culmina con la introducción de la prohibición del incesto, la introducción de una ley universal que al prohibir el acceso al goce del cuerpo materno permite articular el deseo a la ley. El Segundo tiempo, que llamaré el tiempo para comprender, la latencia apacigua la pulsión sexual llegando al momento de "Alzar los diques sexuales de la repugnancia, el pudor y la moral, los que han de oponerse al incesto, esto es, inculcar al niño aquellos preceptos morales que excluyen de la elección de objeto a las personas queridas durante la infancia" Ibid. Pág. 1226). Así, la latencia contiene una de las condiciones de la evolución del hombre hacia la civilización pero también las condiciones de su predisposición a la neurosis. En esto es interesante ver cómo la clasificación actual de la psiquiatría aporta un dato estadístico, según el cual la mayoría de los trastornos hace su irrupción en la adolescencia. Lo cual no implica pensar a la adolescencia como un trastorno en sí, pero es importante considerar las emergencias sintomáticas que en ella se presentan. Así, el tercer momento lógico, la adolescencia que emerge como un abrupto florecimiento "como un despertar, como una ruptura, como crisis, entonces, ya no la pensamos como el surgimiento de la sexualidad sino como retorno. Dos nociones puntuales: la de crisis y la de retorno, a las cuales es importante añadir su operador. La pregunta central sobre la adolescencia es cuál es el operador lógico que pone en marcha este giro fundamental. En este sentido la respuesta de Freud tiene que ver con el apartamiento del Padre y la irrupción violenta en el campo del cuerpo de la exigencia pulsional y en el campo del Otro con el amor y el deseo bajo la pregunta a la cual el sujeto intenta responder: "Cómo un hombre puede amar a una mujer?" "Qué desea una mujer?" si como piensa Freud, la adolescencia se caracteriza por el hallazgo de objeto como un retorno de la elección realizada durante el florecimiento de la sexualidad infantil, y que a pesar de la defectuosa síntesis de los componentes sexuales y de la incertidumbre del fin sexual debe estimarse como antecedente muy importante de la posterior organización sexual, entonces en el inconsciente tendría cada uno la impronta específica de la media naranja que colmará su deseo. "Pero no es así. El inconsciente incluye las condiciones de la elección amorosa - repetición, pero estas no son causas suficiente. El amor depende del encuentro, lo cual indica que en el inconsciente hay una laguna" (6) Soler, Colette. "La Maldición del Sexo" Publicado en La Carta #38 de la A:C:F:C:, Octubre 1977. Pág. 4) Una laguna, es decir una falla, una imposibilidad para reglar todo sobre la relación sexual. En la cita Freudiana que acabo de citar el dice que la sexualidad infantil entraña la lógica de la sexualidad definitiva "a pesar de la defectuosa síntesis de los componentes sexuales y lo incierto del fin sexual". Entonces, a qué llama "defectuosa síntesis"? Freud ha dicho que las pulsiones son siempre parciales, pero además que no hay pulsión genital. Hay pues allí un defecto que deja al sujeto humano en una condición más precaria que la de nuestra rata de laboratorio a quien el hipotálamo le dirá de todos modos cómo copular, como procrear y cómo satisfacerse. Este defecto de la estructura pulsional agregado a que "en la mayoría de los casos logra abrirse camino un fragmento de la vida sexual que ha escapado a la sublimación propia de la latencia (7) Freud, Sigmund. "Tres Ensayos para una Teoría Sexual". Edit. Biblioteca Nueva. Barcelona, 1973. Pág. 1231) y mantiene aislada su satisfacción, es decir un defecto también en la regulación de las pulsiones, son las cosas que constituyen en la adolescencia su carácter, destacado al comienzo de "Adolecer", pero también de "pasión". Es lo que le da el carácter que los poetas han llamado "Dulce Mal". De esta manera, la crisis de la adolescencia, lejos de expresar lo posible de la relación sexual, como lo mencionábamos antes, el despertar de la sexualidad y la posibilidad de satisfacerla fisiológicamente, lejos de ello más bien suscita los fantasmas que la hacen incomprensible, por cuanto no hay un saber que preceda sobre cómo ser una mujer para un hombre o sobre qué desea un hombre de una mujer y finalmente no hay proporción, las cosas no funcionan igual para unos que para otros, no se puede afirmar que los hombres desean de las mujeres lo mismo que las mujeres de los hombres. Esto no va ni siquiera en nuestra época, la adolescencia no se expresa de la misma manera en todas las épocas, incluso hay culturas que no la perciben más que como iniciación y transición al mundo de los adultos, pero hoy en occidente hacemos el balance en la adolescencia de un nuevo programa de la cultura que como efecto de la alianza de la ciencia con las leyes del mercado ha ensayado levantar toda prohibición, levantar el tabú de la sexualidad y ofrecer al sujeto sin restricción todas las vías y objetos posibles para la satisfacción irrestricta e incondicional bajo el imperio del derecho a la individualidad. Es una generación (Lo digo como generación, no universalizo con ello las condiciones de lo particular), es una generación que se ha forjado en el contexto en la libertad de gozar sin que nadie lo impida y sin restricción en la sexualidad en un rechazo sobre la diferencia ha impuesto la moda unisexo, bajo la pretendida igualdad de los sexos, lo cual, lejos de reparar la falta de relación sexual, pareciera ahondar en la falla. Esto, sin duda ha convertido el encuentro con lo sexual descarnado, sin velo en un hastío, en una nueva forma de malestar en la cultura. Ha puesto en crisis la basculación del deseo en la relación al falo y en la elección frente a la adecuación a su propio sexo. En consecuencia, el "todo está permitido" y el culto a la imagen hacen de base a las formas contemporáneas del sufrimiento de nuestros adolescentes: La anorexia, la bulimia, la toxicomanía, los deportes extremos, el riesgo brutal de la velocidad y el hastío en una sexualidad con pocas promesas. Finalmente me interesa articular retroactivamente aquí el concepto de crisis con el que se ha nombrado la vacilación de la adolescencia: "El término crisis se deriva del griego "Krisis", en el cual la raíz "KRI" designa los granos de la cebada. La crisis significa la acción de seleccionar (Krivar: Seleccionar, juzgar) de alguna manera los granos buenos de la cizaña. "Hipócrates entendía por crisis, ese momento de juzgamiento, de juicio, de decisión, de discernimiento(Krino en griego significa discernir, decidir, aclarar) donde la suerte de malestar, o la enfermedad pero también lo que hay de la crianza puede cambiar bruscamente, sin prejuzgar si el cambio se orienta hacia lo mejor o hacia lo peor, así la crisis cernirá el germen restante posible en un momento de báscula, un pasaje de una posición a otra, inscrita en la diacronía de un antes y un después". (J.B. Orler, R. Wertel. Une lecture Possible de la Crise chez l'adolescent". En Destins de L'adolescence". Pág 59. Lo que la crisis encierra, lo que ese juicio decide, hemos dicho anteriormente, concierne a varios aspectos: - Al empuje hacia un cambio de objeto, del objeto que comanda el interdicto del goce sexual, hacia el objeto de amor, con la esperanza por lo demás de que sea posible encontrar un objeto en el cual la corriente sensual y la corriente tierna puedan satisfacerse. En este movimiento, la relación sexual se revela como imposible, entanto representa un encuentro con una imposibilidad de responder con un saber previo a la relación entre un hombre y una mujer. En el campo de las identificaciones, la crisis habrá de someter al sujeto a la tentativa de construir una salida tentativa de su alienación, de su relación de captura, de sujeción al Otro. Este proceso le hará saber, que su vida no puede permanecer bajo la marca del Otro, su ser no puede ser solamente lo que los atributos del Otro le han permitido ser. La relación al Otro es por supuesto uno de los aspectos centrales en esta lógica final para revisar la última afirmación Freudiana sobre la Psicología del Colegial" y en el cual presenta una tesis en la que hace reposar lo particular de la adolescencia en un cambio de la relación con el padre "Cambio, cuya magnitud no es posible exagerar. El niño comienza a salir de su cuarto de juegos parta contemplar el mundo real que lo rodea, y debe descubrir entonces, cosas que minan la primitiva exaltación y que facilitan el abandono de este primer personaje ideal. Comprueba que el padre ya no es el más poderoso, el más sabio y el más acaudalado de los seres, comienza a dejar de estar conforme con él; comienza a criticarle y a situarle en la escala social y suele hacerle pagar cara la decepción que le produjera. Todas las esperanzas que ofrece la nueva generación, pero también todo lo condenable que presenta se origina en este apartamiento del padre" ( 8) ( Freud, S. La Psicología del Colegial, Tomo II Edit Biblioteca Nueva, Pág. 1894 ) Este apartamiento del padre en la adolescencia, es lo que moviliza lo que Lacan ha llamado el Nombre del Padre, la ley, poniendo a prueba, esto es movilizando también la relación del sujeto al deseo y al goce. De esta manera, la vacilación, el carácter de "Moción suspendida" implica, allí donde el joven ha visto decaer la imagen del padre, donde su garantía se moviliza, emerge la realización de un "aserto sobre sí mismo que apunta a la incógnita real del problema frente al deseo del Otro como un atributo ignorado del sujeto mismo(...) De tal modo que este aserto sobre sí mismo por el cual el sujeto concluye el movimiento lógico en la decisión de un juicio" : "Ser o no Ser"(9) Lacan, Jacques. Escritos I El tiempo lógico y el acerto de certidumbre anticipada. pág 28-29 Edit. Siglo XXI Barcelona, 1974 Para terminar una cita de Lacan sobre lo que implica el momento de concluir siempre en relación al Otro: "Si bien, en esa carrera tras la verdad no se está sino sólo, si bien no se es todos cuando se toca lo verdadero, ninguno, sinembargo lo toca sino por lo otros" (10) Ibid pág. 35